Ergofobia o miedo a volver al trabajo: en qué consiste y cómo superarlo
Es normal que la pereza nos invada después de unas semanas de vacaciones, pero ya se sabe que los días de descanso tienen un fin y que la vuelta a la rutina es un futuro anunciado. Pero para muchos no es tan fácil. Solemos tacharles de personas vagas y gandulas cuando lo cierto es que algo en su interior les imposibilita volver a su ocupación. Ese miedo a la vuelta al trabajo se conoce también como ergofobia y es más común de lo que creemos.
La ergofobia es la fobia o miedo desproporcionado e intenso al lugar de trabajo. Sus causas pueden ser múltiples: una carga excesiva de tareas, que con el tiempo se manifiesta en estrés; un mal ambiente que no garantiza el lugar seguro necesario para el desarrollo laboral con una buena concentración y, entre otros, situaciones de carácter traumático que se haya asociado al sitio, compañeros e incluso la tarea a realizar.
«La cultura laboral tóxica es, tristemente, más común de lo que creemos y deja huellas imborrables en nuestra 'psique'. Desde pequeños, nos han enseñado a aspirar al éxito, a buscar un buen trabajo y a ser los mejores en lo que hacemos pero, ¿qué pasa si sentimos que no podemos cumplir esas expectativas? La presión puede ser abrumadora y derivar en un miedo profundo», reconoce Beatriz Gil, psicóloga general y ceo de Psique Cambio.
¿Qué se siente?
En función del grado de miedo que se siente, puede ser más o menos limitante, tal como anuncia Laura Palomares, psicóloga de Avance Psicólogos: «La ergofobia siempre va a conllevar una elevada ansiedad con síntomas físicos como taquicardia, náuseas, sudores fríos, hiperventilación, alteraciones del sueño y la alimentación, sentimientos de tristeza, pensamientos anticipatorios de angustia y desesperanza, falta de concentración y atención y, con el tiempo, depresión».
Al parecer, la anticipación de la ansiedad, si es elevada, es uno de los síntomas más limitantes, ya que a medida que pasa el fin de semana, la sensación de angustia y miedo al lunes se hace más patente, por lo que apenas se descansa ni desconecta y los síntomas se agravan. También afecta seriamente a la autoestima, reduciendo la confianza en las propias capacidades y generando una importante insatisfacción vital y sentimientos de infelicidad.
Principalmente a la vuelta de las vacaciones es cuando más pueden aumentar los síntomas y el miedo. Comenta Palomares que incluso muchos días antes del regreso de las vacaciones ya se está anticipando el malestar y los síntomas pueden ser tan intensos como cuando se está en el lugar de trabajo. Como cualquier otra fobia, provoca un elevado sufrimiento, pero en este caso concreto el conflicto es enorme «al ser imprescindible el desempeño de un trabajo para vivir y poder desarrollarnos personalmente».
La ergofobia se puede tratar
Como cualquier otra fobia, los expertos en psicología garantizan superarla siguiendo una serie de herramientas. Hay varias formas de hacer frente y tratar la ergofobia y, una de ellas, por ejemplo, es establecer rutinas graduales. Pilar Guerra, psicóloga especializada en trastornos de las emociones y de la conducta: «Si sientes que la idea de regresar al trabajo es abrumadora, considera la posibilidad de establecer una rutina gradual: comienza con actividades relacionadas al trabajo en un entorno cómodo».
Otras claves importantes, según la experta, son la comunicación y buscar a un profesional. Para Pilar sería interesante hablar con el empleador o supervisor sobre las preocupaciones y «posiblemente se puedan encontrar soluciones juntos, como horarios flexibles o un ambiente de trabajo donde te sientas cómodo».
Beatriz Gil destaca también la terapia de aceptación y compromiso, que nos enseña que está bien sentir miedo: «No se trata de luchar contra nuestras emociones, sino de aceptarlas, entenderlas y aprender a convivir con ellas. Además, nos guía a actuar de acuerdo con lo que valoramos, no con lo que tememos».
Por otro lado, el yoga, la meditación o la respiración profunda no son solo hobbies o modas pasajeras. Estas técnicas de relajación han demostrado su eficacia en la gestión de la ansiedad y el miedo, proporcionando herramientas para enfrentar la ergofobia desde un lugar de calma y centrado.
Laura Palomares, por su parte, comenta que las terapia cognitivo-conductual y las terapias de tercera generación, han demostrado ser muy efectivas en el tratamiento de las fobias, al emplear técnicas como la desensibilización a la ansiedad y la exposición muy gradual al objeto del miedo. Por otro lado, las terapias humanistas complementan el uso de estas técnicas, profundizando en los componentes más emocionales, de personalidad y de vivencias que pueden estar detrás de la tendencia a la hora de desarrollar ciertas fobias. También el mindfulness se esta empleando como un aprendizaje de regulación emocional y de afrontamiento a la ansiedad muy eficaz y beneficioso.
La ergofobia, como cualquier otro miedo, no define a una persona. Reconocer el problema y buscar ayuda son los primeros pasos para superarlo. Con las estrategias adecuadas y el apoyo necesario, es posible superar la ergofobia y tener una vida laboral plena y satisfactoria. Tal como concluye la psicóloga Gil, «es un reto» pero uno que, con las herramientas y el apoyo adecuados, se puede superar: «Recordemos que el miedo es humano y todos lo sentimos. Lo importante es no dejar que nos defina o nos limite. Con comprensión, empatía y determinación, es posible volver a encontrar significado y alegría en el trabajo».