La 4ª Cata Literaria en La Moraleja: una noche para brindar por las palabras

La terraza de ASTA volvió a convertirse anoche en ese pequeño refugio donde literatura y enología se dan la mano. Entre luces tenues y un ambiente repleto de complicidad, tuvo lugar la 4ª edición de las Catas Literarias, una iniciativa “romántica” impulsada por La Moraleja Magazine junto al propio restaurante. Una cita que, edición tras edición, confirma que en nuestra zona norte también se escribe —y se vive— cultura con alma.

En esta ocasión, el invitado literario fue Alberto Córdoba, que presentó su libro Díselo con Flores una novela donde seguimos la historia de Antonio Jiménez, un director de marketing que, tras una reestructuración, se queda sin empleo a los 52 años y hereda inesperadamente la floristería familiar. Lo que comienza como un reto casi imposible —una tienda obsoleta, en pérdidas y sin apenas clientela— se convierte en un viaje íntimo y transformador. Al adentrarse en la vida de sus clientes, Antonio descubre que las flores acompañan los momentos más significativos —nacimientos, romances, bodas y despedidas— y que este contacto directo con las emociones reales nada tiene que ver con la frialdad de su anterior profesión. A través de esa experiencia, reinventa el negocio, se reinventa a sí mismo y encuentra una felicidad que nace del trabajo bien hecho y del vínculo con su comunidad. Córdoba definió su novela como una historia humanista, divertida y de buen rollo, que invita a aprender, emocionarse y disfrutar mientras muestra cómo la experiencia de cliente puede transformar negocios… y personas. Entrevistado por un buen amigo, la conversación fluyó entre anécdotas, complicidad y momentos especialmente divertidos que arrancaron más de una risa entre los asistentes, convirtiendo su intervención en uno de los grandes instantes de la velada. 

El maridaje perfecto llegó de la mano de Bodega NOC, que presentó varios de sus vinos guiados por Ignacio de Miguel uno de los enólogos más reconocidos de nuestro país, con una trayectoria marcada por la excelencia y la innovación. Formado en Químicas y en la Escuela de la Vid, dio sus primeros pasos junto al legendario Carlos Falcó, una influencia decisiva en su manera de entender el vino: rigor, curiosidad y pasión por crear algo auténtico. Hoy dirige y firma los vinos de Bodega NOC, un proyecto moderno y ambicioso en los Montes de Toledo donde combina tecnología, carácter y una búsqueda constante de calidad.

En la cata celebrada en ASTA, Ignacio ofreció una charla cercana, divertida y llena de anécdotas que hicieron que el mundo del vino se sintiera accesible para todos. Con su estilo directo y desenfadado, logró que el público conectara con los matices, historias y emociones que hay detrás de cada copa. Un perfil que encaja a la perfección con el espíritu de las Catas Literarias: cultura, disfrute y la celebración de los pequeños placeres.

Junto a Ignacio de Miguel también estuvo presente Carlos Galdón, propietario de Bodegas NOC, que quiso compartir con los asistentes un breve pero inspirador relato de su aventura emprendedora. Su intervención aportó una mirada muy personal al origen de la bodega: cómo un proyecto nacido de la pasión y la visión a largo plazo puede convertirse en una referencia enológica. Galdón habló del esfuerzo, de las decisiones valientes y del compromiso con la calidad que han guiado la evolución de NOC, demostrando que detrás de cada vino hay también una historia de vida, de constancia y de sueños cumplidos. Su presencia añadió un toque emotivo y motivador a la velada, completando así un tándem perfecto entre la experiencia técnica de Ignacio de Miguel y la visión empresarial que ha hecho posible la bodega. 

La acogida del evento fue extraordinaria: ASTA estaba lleno a rebosar. No quedó una mesa libre. Entre copas que tintineaban, libros que pasaban de mano en mano y risas, la velada se convirtió en uno de esos encuentros que dejan huella.

La terraza de ASTA, lucía especialmente bonita; un escenario perfecto para una cita que logró unir buena literatura, vinos excepcionales y, sobre todo, una comunidad que sabe apreciar los pequeños placeres de la vida.

Una noche para recordar… y para seguir celebrando que en La Moraleja todavía quedan espacios donde brindar por las palabras.