Ganador del primer concurso de relatos La Moraleja Magazine: Tomás Martínez y su relato Tr3s S3cretos
Tomás Martínez y su relato Tr3s S3cretos ha sido elegido entre nuestros seguidores como el mejor de entre todos los presentados. La Moraleja Magazine publicará este relato ganador en su próxima edición que tiene prevista su salida a primeros de octubre.
Gracias a todos por participar. La convocatoria ha sido todo un éxito que repetiremos sin duda el año que viene.
Tr3s S3cr3tos por Tomás Martínez - Relato Ganador 2024
Dejaron atrás la casa de Ana, tras cerrar los detalles de su proyecto en Turkana. La lluvia había amainado y aún tenían tiempo antes de la cena. Las tres amigas sonreían, pero sus lentos pasos reflejaban el peso interno que cargaban. Rosa, maniquí de éxito internacional, lidiaba con autolesiones una relación tóxica con un afamado futbolista. Elisa, CEO de una tecnológica, mantenía una relación secreta con éste. Alicia, recién divorciada tras la bancarrota familiar, traficaba con contenido sensible en la dark web para mantenerse a flote.
Para despejar sus constantes remordimientos, Elisa sugirió visitar la Casa del Guarda, una construcción abandonada en una finca cercana. Las demás aceptaron, buscando algo de emoción en aquel gris y húmedo ambiente. Forzaron la verja y al llegar encontraron un lugar oscuro y decadente, con grafitis en las paredes y ventanas rotas. La lluvia se intensificaba y una tormenta comenzaba a formarse, lo que las empujó a refugiarse dentro.
El aire estaba cargado de un silencio inquietante. De repente, un ruido seco rompió la tranquilidad. Rosa, con el corazón en la garganta, se giró y vio el cuerpo brutalmente asesinado de su marido. El cadáver, irreconocible por las múltiples heridas, yacía en un charco de sangre. El pánico se apoderó de ellas, pero Alicia, manteniendo una extraña calma, las instó a no tocar nada. Mientras discutían qué hacer, escucharon pasos. Se escondieron detrás de un vasto sifonier, cuando un encapuchado entró portando un cuchillo ensangrentado. Con los dedos temblando, Alicia acertó a enviar un mensaje encriptado. En segundos, una alerta en el móvil del hombre lo hizo salir apresuradamente del lugar y las amigas huyeron.
En la fría plaza de La Moraleja, bajo una tenue luz que apenas penetraba la densa lluvia invernal, Alicia las llevó a un café apartado. Rosa, devastada y en shock, se encerró en el aseo para liberar su dolor. En la mesa, Alicia confesaba a Elisa su implicación en el tráfico de información y le reveló que el hombre era parte de su red criminal. Había vendido vídeos comprometedores sobre un miembro importante de la misma, y el asesinato de alguien de su entorno era la consecuencia.
Elisa, impactada por la confesión y enfrentándose a sus propios sentimientos de culpa, estaba aterrorizada ante la posibilidad de que el escándalo se hiciera público. Alicia sabía que la única forma de protegerse era eliminar cualquier rastro.
Unidas por el miedo y el deseo de venganza, idearon un plan. Alicia, con sus habilidades para rastrear información, localizó al sicario. Elisa utilizó su influencia y contactos para cortar la conectividad de cámaras y móviles de la zona. Rosa, impulsada por el dolor y la rabia, se postuló para acabar con el asesino de su marido.
Bajo la tormenta que rugía sobre La Moraleja, siguieron al hombre hasta unas oficinas en desuso. Con la lluvia cayendo y el sonido de los truenos cubriendo sus movimientos, lograron sorprenderle. Un enfrentamiento tenso y violento se desató. Rosa, armada con un cuchillo que había cogido en el café, se lanzó sobre el hombre, movida por una furia incontrolable. Alicia y Elisa se aseguraron de que no tuviera escapatoria.
En la oscuridad, las tres amigas se quedaron en silencio, respirando con dificultad. Sabían que no podrían volver atrás, pero también comprendían que habían tomado el control de su destino. La Moraleja volvió a su tranquilidad habitual, pero la experiencia dejó una huella imborrable, recordándoles que incluso en los lugares más lujosos, las sombras pueden ocultar los secretos más oscuros. Y ahora, ellas también sabían cómo moverse en esas sombras, dispuestas a protegerse. A cualquier precio.