Entrevista a Marc Masip, experto en adicción a las nuevas tecnologías y Laura Cuesta, experta en comunicación digital
El tema hace tiempo que está sobre la mesa. ¿Son las redes sociales perjudiciales para los menores? ¿Son estas plataformas en alguna medida responsables del deterioro de la salud mental entre adolescentes, un 20% de los cuales sufre trastornos de este tipo según la OMS?
En los últimos meses, sin embargo, determinadas administraciones han decidido pasar de las palabras a los hechos, aprobando algunas de las leyes más restrictivas de las vistas en este terreno hasta el momento: en Utah, Estados Unidos, una nueva norma prohíbe a los menores abrirse un perfil en redes sociales sin el permiso paternal y autoriza a los progenitores a leer los mensajes y publicaciones de sus vástagos. Además, establece un toque de queda para el uso de dichas plataformas de las 22:00 a las 06:00 horas.
En septiembre pasado, California aprobó una ley que obliga a las redes sociales a activar por defecto las máximas medidas de seguridad en los perfiles de menores, y en Europa está previsto que Reino Unido apruebe en 2023 su 'Online Safety Bill' -ley de seguridad online- que impondrá multas millonarias o incluso el cierre a las tecnológicas que no protejan a los menores de contenido nocivo.
Laura Cuesta, experta en educación y comunicación digital, profesora adjunta en la Universidad Camilo José Cela de Madrid y responsable de Digital en el Servicio de Prevención de Adicciones y Marc Masip, psicólogo y experto en adicción a las nuevas tecnologías, además de director de los centros Desconect@, intercambian impresiones sobre este espinoso tema.
PREGUNTA. ¿Son las redes sociales un problema para los adolescentes?
MARC MASIP. La primera causa de petición de ayuda de las familias en salud mental está relacionada con la tecnología. Más allá de las estadísticas que nos dicen que España es el país con más adicción a la red entre adolescentes, o de que las clínicas de salud mental, públicas y privadas, están todas llenas, yo creo que hay un problema grave de límites con los adolescentes, de normas, mucho de lo cual tiene que ver con el acceso a la red. Apuestas, pornografía, violencia, redes sociales, videojuegos. Al atraer a adolescentes, veo una clara intención económica por parte de esas tecnológicas, que ganan dinero con toda la información que recaban.
LAURA CUESTA. Es cierto que hay una preocupación entre la ciudadanía, sin duda, por los efectos que puede causar el uso indebido o el uso no responsable de la tecnología. Pero también debemos explicar a los padres que la tecnología no sólo es TikTok, ni Instagram ni Fortnite, la tecnología es mucho más. Tecnología es impresión 3D, tecnología es IA... Y en ello hay mucho de enriquecimiento, mucho de innovación y mucho de creatividad para menores, adolescentes y jóvenes. Yo creo que limitar el término de tecnología a redes sociales y videojuegos es muy minoritario y reduccionista. Indiscutiblemente Marc, aun así estoy de acuerdo contigo en que el uso no responsable o el uso abusivo, en este caso de redes sociales y videojuegos, puede traer problemas a los menores.
En 2021 se filtró un informe interno de Instagram donde se afirmaba que la aplicación empeoraba la imagen que las adolescentes tenían de sí mismas. Aun así, no hay estudios concluyentes que demuestren un vínculo entre el uso de redes sociales y la crisis de salud mental de los adolescentes que arrancó con la pandemia.
M.M. Yo creo que las redes sociales, los videojuegos y demás no son los causantes, pero sí unos potenciadores de la enfermedad. En el caso de la anorexia, por ejemplo, se ha demostrado que Instagram o TikTok la potencian por la comparativa del cuerpo, potencian la autolesión y los intentos de suicidio, pues es un contenido que se encuentra en las redes sociales con mucha facilidad y sin ningún filtro. Los videojuegos, por su parte, tienen un componente adictivo de pay for win -pagar para ganar- o de penalización si dejas la partida a la mitad. Por lo tanto, sí que hay elementos adictivos en las propias tecnologías. Por otro lado, también veo que a los padres les ha pillado el toro y han dado a sus hijos demasiada tecnología antes de tiempo.
L.C. Lo que yo estoy viendo es que durante el confinamiento aumentó el uso de todas las aplicaciones, tanto de videojuegos como de plataformas y redes sociales, y ahora les resulta muy difícil volver a la antigua normalidad, es decir, volver a esas normas y límites que tenían para con sus hijos e hijas.
¿Y no se exige demasiado a las familias, y demasiado poco a las tecnológicas?
M.M. Se está limitando cero a las tecnológicas. Cero.
L.C. Bueno, a partir de ahora no, a partir de ahora hay legislación, Marc. A partir de 2023 entrarán en vigor las leyes europeas. Instagram ya ha implementado las medidas de verificación de datos. Esto, indiscutiblemente, se les tiene que pedir a las plataformas, la verificación de edad. Por supuesto que sí. No se puede permitir que haya menores de 14 años dentro de las plataformas y que puedan acceder a contenidos inapropiados y para adultos.
M.M. ¿Lo están haciendo? ¿Están eliminando cuentas? ¿Están pidiendo DNI? Será una maravilla si todo lo que dicen que pasará, pasa. Pero yo te digo hoy aquí sentados, que, actualmente, no pasa. Las familias no tienen información y no están formadas para educar correctamente. Hay elementos adictivos tanto en videojuegos como en redes sociales que se han de eliminar. ¿Twitter no sabe cómo evitar que los menores vean esos contenidos? Pues que cierren Twitter, porque si un bar da alcohol a una niña de 12 años, lo cierran, y ya está.
L.C. Pero, y como familias, ¿no será nuestro papel fomentar la autoestima de nuestras hijas? La adolescencia es el momento en el que más problemas, estados de ansiedad sobre todo, se sufren, más en el caso de las chicas. Y los padres tenemos que trabajar para que no les afecten esos contenidos, porque a mí muchas veces me han afectado, por ejemplo, las revistas de moda, cuando veía a Claudia Schiffer.
M.M. No es comparable. Antes cuando en el cole te llamaban tonto, te ibas a casa o al fútbol o a donde fuera, y ya no te llamaban tonto. Ahora, si te llaman tonto, lo hacen todo el día, ¿correcto? Hay más intensidad y más viralización. En todo. Entonces yo te pregunto, los cambios legislativos de mayo, ¿quitan el 'scroll' infinito, se quita el contenido inadecuado para menores? No.
L.C. Instagram ha cortado el 'scroll' infinito y TikTok ha implementado el límite de horas para menores de 18 años.
M.M. Y le dan al ok y ya está.
Entonces, ¿consideráis que habría que prohibir el acceso de los menores a las redes sociales?
L.C. Por una parte, las plataformas establecen para su uso unas edades mínimas de 13 años en algunos casos y de 16 en otros. Y luego está la legislación española que establece que la edad mínima son 14 años. Por lo tanto, aquí no debería haber menores de 14 años en la red, salvo consentimiento paterno. Una ley que prohíba su uso a menores de 18 años salvo consentimiento familiar me parece extremo. Yo abogo por que las familias establezcan normas y límites con una educación previa. Y no cuando se le da el dispositivo al menor, sino antes, en edades tempranas. Porque si esperas a los 16 años a dar un dispositivo, negociar con un maromo de esa edad es muy complicado. Es mucho más fácil empezar a educar a un niño con ocho, nueve o 10 años.
M.M. La primera vez en la historia en que disminuyó el porcentaje de adolescentes fumadores en España fue en 2009, un año después de la ley antitabaco. ¿Cuándo ha habido menos muertes por accidentes de moto? Cuando se obligó a ir con casco. ¿Cuál es la primera causa de accidentes actual? El móvil. ¿Cuál era antes? El cinturón y la velocidad. Luego fue el alcohol. Todo se reguló con prohibiciones. Pensar que la sociedad va a cambiar sin legislación y sin prohibición, aunque la palabra no nos guste, es una utopía. Creo que se deben prohibir los elementos adictivos de redes sociales y videojuegos porque, históricamente, como sociedad, así hemos funcionado, y porque es una forma de ayudar a la prevención y a las familias. Y a éstas se les debe recomendar primero una educación antes de entregar los dispositivos y luego la vigilancia activa constante.